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Volvemos con mucha ilusión de las vacaciones para seguir construyendo y compartiendo contigo una vida slow y consciente. Es un placer volver a verte aquí : -)

Camino

¡Os cuento lo que me ha pasado estas vacaciones!
Al estar durante las vacaciones lejos de donde vivo y trabajo he podido tomar distancia de mi vida habitual. Al relajarme y al tener más tiempo para reflexionar me han llegado muchas preguntas sobre los cambios que quiero introducir en mi vida cuando vuelvo de las vacaciones. Las semanas después de las vacaciones son idóneas para introducir cambios … son perfectas para empezar ciclos nuevos.

Estas son algunas de las preguntas que me he hecho:
– ¿Me gusta mi trabajo? … ¿qué puedo hacer para cambiar?
– ¿Cuales son mis sueños? … ¿qué puedo hacer para acercarme a ellos?
– ¿Estoy atrapado en un círculo vicioso de consumo? … ¿qué puedo hacer para salir de el?
– ¿Cómo me siento físicamente? … ¿qué puedo hacer para tener un estilo de vida más saludable?
– ¿Qué tal mis relaciones? … ¿qué puedo hacer para estar más en contacto con la gente que realmente quiero?

Me he sentido dichoso al venirme todas estas preguntas y aún más al compartirlas con las personas que me acompañaron en mis vacaciones. He tenido una sensación agradable de estar ante un gran cambio positivo solamente por pensar en ello y por proyectarlo. Todo es posible si uno se lo propone… solamente hay que sembrar y proyectar los cambios deseados y esperar el momento adecuado y las oportunidades para materializarlos.

El cuento que sigue habla justamente de esto.
De detenerse y hacer frente a la realidad … luego vendrán los cambios por si sólos.

Cambios

Un Maestro decía:
– Desgraciadamente, es más fácil viajar que detenerse.

Los discípulos quisieron saber por qué.
– Porque mientras viajas hacia una meta, puedes aferrarte a un sueño; pero cuando te detienes, tienes que hacer frente a la realidad.
– Pero entonces, ¿cómo vamos a poder cambiar si no tenemos metas ni sueños? – preguntaron perplejos los discípulos.
– Para que un cambio sea real, tiene que darse sin pretenderlo.

Cuento aportado por contarcuentos.com

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