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De pequeña escuchaba historias de esos maravillosos huertos urbanos del norte de Europa donde civilizaciones más cultas habían decidido volver a sentir la tierra. Apasionados ciudadanos recorrían a diario, usualmente en bicicleta, decenas de kilómetros para trabajar y compartir en sus huertos comunitarios.

Huerto Romita

Aparecen los huertos urbanos en España

Tuvieron que pasar muchos años para oir hablar de Slow Food. Y pasaron algunos más, para que me decidiera a participar de los ágapes y discusiones de su Convivium de Madrid.

Al poco tiempo se publicaba “Bueno, limpio y justo”. Desde mi punto de vista, este libro fue testigo del paso de un movimiento hedonista a un movimiento en pro de la conservación del patrimonio alimentario con todo lo que ello conlleva.

Y fue en una cena donde supe que el Convivium de Zaragoza estaba promoviendo la creación de huertos comunitarios. Esto representaba la prueba de la existencia de seres superiores en un país donde el Ketchup se había convertido en la salsa más buscada mientras que en su recetario de gastronomía popular existían las salsas más deseadas. ¡ Quedaba un resquicio de esperanza!

Poco a poco, fueron apareciendo en España nuevas experiencias en consonancia con la protección de este patrimonio. Podría destacar, aunque no sólo, el Rincón de Ademuz en Valencia, los huertos ecológicos de Alcorcón o la Huerta de Montecarmelo en Madrid.

Slowfood y permacultura urbana en México

Indudablemente, cuando decidí tomar rumbo a México entablé contacto con el movimiento. Mi entusiasmo inicial fue asimilando el tempo de la cultura a la que llegaba.

Sin embargo, me equivoqué. Este tempo pausado que caracteriza mi nuevo hogar, nada tiene que ver con los movimientos que se están desarrollando en el país en consonancia con la protección de sus productos naturales y su valor alimentario; prueba de ello es la declaración como patrimonio de la humanidad por la UNESCO de la gastronomía mexicana.

Estos proyectos evolucionan exponencialmente llevando a ritmos vertiginosos nuevas soluciones en materia de sostenibilidad y permacultura urbana. Si hace cinco años nacía en el D.F. el Huerto Romita hoy surge el Centro Eco-comunitario Tlatelolco, centros de capacitación e intercambio de conocimientos, ejemplos palpables del borboteo de una cultura sustentable que se está desarrollando en la gran urbe y que son acompañados por otros como el tianguis del 100 o el ya mencionado, en otro post, Picnic en el Río. Se unen a estos proyectos numerosos talleres de cocina consciente y la plantación desaforada de bosques comestibles de los que hablaremos próximamente.

Sin lugar a dudas, los numerosos proyectos sustentables en relación con la gastronomía hacen bullir una de las mayores y más criticadas urbes de mundo.

Fotografía: Claire Mc Grath

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Escrito por Soledad Martínez Muñoz, paisajista que vive en México, su website

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