EL JUEGO DEL AHORA, neurociencia y el aprendizaje a través del juego. Cartas de yoga y pausa, juegos de atención, regulación emocional, preguntas de autoconocimiento. PARA NIÑOS DE 9 A 99 AÑOS

«El poder de los cuentos«, formación para educadores, docentes, psicólogos e instructores de mindfulness/yoga que quieren integrar a los cuentos en sus clases o en su práctica.

 

La muerte es un proceso normal, una realidad de la que no podemos escapar. Forma parte del curso natural de la vida e inevitablemente tarde o temprano todos debemos afrontarla.

Gandhi decía que “El nacimiento y la muerte no son dos estados distintos sino dos aspectos del mismo estado”.

En la sociedad occidental la muerte suele ser un tabú ya que vivimos con muchos miedos y apegos, y es por eso que nos cuesta vivir en plenitud y morir en paz.

Si deseamos morir bien, debemos aprender a vivir bien. Si cultivamos la paz en nuestra mente y en nuestro estilo de vida, podemos morir en paz.

Los hombres ignoran que los verdaderos filósofos no trabajan durante toda su vida sino para prepararse a la muerte – Platón

Cita con la muerte – cuento Sufi

Vivía en Bagdad un comerciante llamado Zaguir. Hombre culto y juicioso, tenía un joven sirviente, Ahmed, a quien apreciaba mucho.

Un día, mientras Ahmed paseaba por el mercado de tenderete en tenderete, se encontró con la Muerte que le miraba con una mueca extraña. Asustado, echó a correr y no se detuvo hasta llegar a casa.

Una vez allí le contó a su señor lo ocurrido y le pidió un caballo diciendo que se iría a Samarra, donde tenía unos parientes, para de ese modo escapar de la Muerte. Zaguir no tuvo inconveniente en prestarle el caballo más veloz de su cuadra, y se despidió diciéndole que si forzaba un poco la montura podría llegar a Samarra esa misma noche.

Cuando Ahmed se hubo marchado, Zaguir se dirigió al mercado y al poco rato encontró a la muerte paseando por los bazares.

– ¿Por qué has asustado a mi sirviente? – preguntó a la Muerte.
– Tarde o temprano te lo vas a llevar, déjalo tranquilo mientras tanto.
– No era mi intención asustarlo -se excusó ella – pero no pude ocultar la sorpresa que me causó verlo aquí, pues esta noche tengo una cita con él en Samarra.

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